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| Noche Eterna | |
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Autor | Mensaje |
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Queca
Cantidad de envíos : 113 Edad : 31 Localización : En El Cementerio De Los Vampiros ,., Fecha de inscripción : 02/02/2008
| Tema: Re: Noche Eterna Vie Mar 07, 2008 9:36 pm | |
| Elle me estoy metiendo todos los dias solo para ver si has colgado algo =[ por favor hazlo pronto!!!!!!! | |
| | | Elle Admin
Cantidad de envíos : 118 Edad : 34 Localización : Donde la realidad y el sueño se confunde... Fecha de inscripción : 31/01/2008
| | | | Queca
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| | | | Elle Admin
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| Tema: Re: Noche Eterna Dom Mar 09, 2008 9:33 pm | |
| jajajajaja ok Queca, lo que pasa que los capitulos son largusimos asi que los pondre por partes. Empiezo del principio, algunas cosas te sonaran pero creo que pocas. El capi no termina ahi despues lo termino de poner.
Prólogo:
A veces, cuando miro las estrellas imagino quienes vivirán allí. Para mi no sólo son satélites inertes cuya única función es girar alrededor de un planeta. No, para mi esos puntitos luminosos son almas, el alma de quien duerme su propia vida. Una vida que no desea, una vida que no es la que merecía. Para ellos el sueño es su vida, y su escenario la noche eterna. Una noche inacabable en la que solo las sensaciones de los recuerdos más felices les asaltan, con fuerza, como si los estuvieran viviendo a sabiendas de que todo es una gran mentira. Pero no les importa, porque hasta la noche más eterna puede llegar a su fin. Y entonces la cruda realidad les daría buena cuenta de sus más descabelladas fantasías. Una realidad que también podría ser el sueño de quien les sueña, y al despertar desaparecerían para siempre, no siendo más que una leve estela que una estrella fugaz deja a su paso, y desaparece sin ser apreciada.
Capítulo 1: ¿Una segunda oportunidad?
Sentada en la arena con mis brazos rodeando mis piernas, la suave brisa nocturna me traía el fresco aroma salado del verano que ya se iba. Al día siguiente tendría que abandonar aquel lugar que había sido testigo de mis más tristes lamentos y mis más eufóricos comienzos. Dejaría incluso mi país para irme a Inglaterra con mis abuelos. Cierta melancolía me asaltó, como si deseara recordar algo, una situación igual que en la que me encontraba, en la que era feliz y no deseaba nada más. El recuerdo se escapaba de mi mente, pero la sensación no lograba desaparecer. Miré el negro cielo estrellado, deseando que esa felicidad durara eternamente, que mi noche fuese eterna, que el olor a salitre y esa agradable sensación no desaparecieran jamás. - ¡Elle!, ¿Qué haces ahí?, es muy tarde deberías estar durmiendo. - Ya voy, mamá. Me despedí de mi antigua vida y me levante sacudiendo la arena que había quedado en algunos pliegues de mi falda. Era fácil localizarme en la noche con una falda larga naranja y una camisa de tirantas blanca. Cuando llegué junto a mi madre, le sonreí para que supiese que no me pasaba nada, debía aceptar que su hija hacía cosas raras, aunque sentarse a contemplar las estrellas no era del todo raro. Me fui a mi habitación y me tumbé en la cama deshecha. Ya no hacía el excesivo calor de Agosto, pero dejé la ventana abierta para que la brisa de Septiembre me relajara. Me quedé dormida al instante, o al menos eso me pareció. Y comenzó a formarse en mi mente un sueño que se repetiría durante los próximos meses muy a menudo.
Unas imágenes más que otras calaron mi subconsciente, estaba en una terraza a la luz de la luna, no podía precisar con exactitud en que lugar me encontraba pero me resultaba de lo más familiar. Junto a mi un chico rubio y alto me miraba como embelesado con sus hermosos ojos iguales que la miel. Entonces su cara se me hizo aún más nítida y pude descubrir con estupor que se trataba de un chico que vi repetidas veces cuando veraneaba hacía dos años en casa de mis abuelos. Se llamaba Ethan Lowerk, y lo cierto es que desde entonces no había dejado de pensar en él, era el hombre perfecto o eso creía, aunque no habíamos cruzado ni una sola palabra. Entonces habló y en susurros su exquisita voz hizo que un dulce hormigueo recorriera toda mi piel. - Michelle, ¿cómo no iba a poder esperarte toda la vida?, si eres lo que siempre he querido. - ¿Esto es verdad?, ¿no es un sueño?. Mis piernas incluso me temblaban, yo tenía pleno control de mi sueño y no podía creerme que eso fuese real. - Si, ¿cómo va a ser un sueño?- preguntó con su dulce voz sonriendo y tocándome la sonrojada mejilla. – Tu eres mi sueño. Me besó y pude incluso sentir el roce de sus carnosos labios con los míos. Y de pronto, un golpe sordo me despertó inesperadamente. Me levanté del duro suelo, volví a mi mullida cama, me dolía todo cuando me tendí, y pude apreciar que el alba ya era más que evidente y volví a cerrar los ojos para volver a dormir. Ese maldito sueño había durado casi cuatro horas. Era tan propio de mi…, sueños tan veraces que desgarran el alma, pero a la vez tan falsos al despertar que llorarías sino fuera porque la única que tenía la culpa eras tu misma. No podía dormirme, bufé contrariada y volví a abrir los ojos decepcionada de que nada de eso hubiera ocurrido, pero… es que era tan real, y deseaba que fuera tan real…. A veces no llegaba a distinguir entre la realidad y los sueños, pero seguro que le pasaba a todo el mundo, al menos eso es lo que yo me repetía una y otra vez hasta la saciedad, para no admitir definitivamente que el “amor” que yo sentía por Ethan me había trastornado por completo. ¿Podía ser acaso eso amor? .No lo sabía y había veces que prefería no saberlo. De todas formas me consolaba saber que estábamos a muchos kilómetros de distancia aún.
Ya era Mayo y comenzaba a hacer calor, los finales estaban a la vuelta de la esquina y yo sólo podía pensar en él, en dos meses escasos viviríamos no sólo en el mismo país, sino en la misma calle. Pero todas estas coincidencias no eran mas que nimiedades ya que él ni siquiera sabía que yo existía. Había veces incluso que llegaba a pensar que era estúpida. ¿Vivir a expensas de un hombre que me ignoraba? Eso desde luego no era lo que yo predicaba. Yo, la reina de la individualidad y la libertad.
En mis pensamientos matutinos ya había perdido un cuarto de hora y sino me daba prisa no llegaría a punto al instituto. Me miré al espejo del ropero y al ver mi reflejo cometí el tremendo error de compararme con la chica rubia que vi con Ethan el verano pasado. No era una belleza griega, ni moderna claro, pero tampoco es que fuera un monstruo. Mi pelo era moreno, mis ojos grises, mi nariz corriente, mis labios carnosos y mi cuerpo era delgado con algunas curvas. En definitiva era una chica más. No resaltaba sobre la multitud, no era perfecta, pero tampoco tenía que sentirme mal por no gustarle. Quizás si me repetía esa frase muchas veces al día terminaría por creérmela. - ¡Elle! – de nuevo volvía de golpe a la realidad. Había llegado a la puerta del instituto y ni siquiera me había dado cuenta, inmersa en mis ensoñaciones era difícil saber cuanto tiempo pasaba. Muchas veces pensaba que tenía mucha suerte, pues nunca me había cogido un coche y eso que nunca miraba las carreteras. Otras veces cuando estaba algo deprimida pensaba sino desearía en el fondo que me atropellase un coche, pero no siempre estaba tan deprimida. - ¡Laura! – la vi muy entusiasmada así que dije - ¿qué te pasa?. - Jonathan me pidió salir el sábado. No te llamé porque no sabía si estabas en casa y … El monólogo de Laura seguía, pero al comprender que le había dicho que sí me exasperaba pensar que todas tuviesen novio menos yo. Quizás había aspirado muy alto, y Ethan estaba más que fuera de mi alcance. Pero es que a los demás los encontraba demasiados infantiles para mi gusto. O quizás me respaldaba en un sueño irrealizable porque estaba lejos, pero ¿qué haría cuando lo tuviera cerca?. Seguramente lo mismo que ahora seguir siendo invisible. Sabía que debería poder mirar a otro, pero era incapaz, parecía que me había enamorado, o más bien obsesionado. Sí, esa era la palabra exacta, obsesión. El amor no podía ser aquello que sentía, porque entonces ¿Qué era lo que sentían Romeo y Julieta? ¿Pasión? ¿Lujuria? ¿Cómo podía calificarse el verdadero amor? ¿Cómo podía reconocerlo?. Llegamos a clase y Laura me seguía contando todo, yo asentía y decía algún “que fuerte” en el momento oportuno, pero mi mente estaba a kilómetros de distancia. Lo cierto es que cualquiera se preguntará ¿como te puedes enamorar de un tío que no te habla?, pues no se contestar a esa pregunta sólo se que lo idealicé de tal manera que parecía que era el hombre perfecto, cuando estaba claro que no lo era. Mayo pasó volando y mis notas eran estupendas. Junio llegó y con él mis nervios, Laura y Jona, habían terminado y mi prototipo de pareja perfecta fracaso con ellos, como mi estúpida esperanza de que mi madre cambiase de opinión y nos quedáramos en Huelva. Quizás yo anhelaba algo que no tenía y el que lo tenía deseaba deshacerse de él, pero si nunca lo tenía no podría descubrirlo por mi misma, y yo sabía que sólo aprendería de mis propios errores.
- Elle!, levántate, han adelantado el vuelo por no se que motivo. Venga marmota.- me zarandeó un poco para que me despertase, aunque ya lo estaba, tenía ganas de seguir fingiendo que estaba en ese dulce estado de semiinconsciencia en el que no se siente nada.- Bueno, pues terminaré de arreglarte las maletas yo. - Ya me levanto. - Venga, que tenemos que estar en el aeropuerto en dos horas. Mi madre, Ana Mathews es uno de esos seres que siempre están contentos y sonríen por todo. Aunque cuando se pone de malas es mejor que la tormenta te coja lejos. Tardé más de diez minutos en levantarme, aunque con el calor que hacía mi calurosa cama no era muy placentera. Suspiré al mirar mi habitación, estaba completamente vacía, hacía una semana habíamos mandado las cajas con cosas que considerábamos indispensables, entre ellas iban mis libros, y mucha ropa. Guardé la poca ropa que me quedaba en una maleta deportiva naranja y la cerré. Ya no quedaba absolutamente nada. En dos horas estaría en Londres. Habría dejado Huelva atrás por muchos meses, al menos tenía el consuelo de que si mi madre no había vendido la casa era buena señal, en vacaciones volvería.
Me puse unos vaqueros rotos, que había roto yo misma y una camisa que se ataba al cuello de un color indefinido entre burdeo y marrón. Cogí mis sandalias de plataforma negras y me colgué mi pequeña mochila rosa al hombro derecho. Fui al salón haber que andaba haciendo mi madre y me la encontré mirando una foto. Estaba a punto de llorar, y supuse que la foto era de mi padre. - ¿Nos vamos?. - Si, claro. – dijo secándose una lágrima y levantándose de la silla. Me giré para salir por la puerta cuando me llamó. - ¡Elle!. - Si, mamá… - Te dije que nos mudábamos a Merseyside para estar con los abuelos, pero realmente hay otro motivo. - ¿Debemos dinero a alguien? ¿Vas a casarte? ¿Un tsunami va a arrasar Huelva?. - Ya esta bien de cachondeito. - Vale. ¿Cuál es ese motivo?. Giró el anillo de plata en el que ponía “No me olvides” de su dedo anular, y me miró a los ojos. - Quiero que tu padre te conozca. No lo entendía muy bien, se supone que debería haber dicho, quiero que conozcas a tu padre, pero no, dijo eso. ¿Es que mi padre no sabía de mi existencia? - Espera. Tu me dijiste que mi padre y tu acordasteis que no queríais estar juntos y que no quería verme. Que tenía otra vida en la que no entrábamos. No me vayas a decir que te liaste con un hombre casado. - No, ¿qué madre te crees que tienes?. Lo cierto es que cuando me vine a Huelva él no sabía que yo estaba embarazada, nos enfadamos y yo decidí por ambos que era mejor así, que tu eras mía y sólo mía. Mis ojos tuvieron que abrirse como platos. Todo lo que conocía acerca de mi padre era mentira, quizás si supiera que yo existía tampoco querría verme, pero de esta manera no lo podía saber con seguridad. - Elle, lo siento. Podía mortificar a mi madre más con esa estúpida conversación pero era una tontería, aunque ahora me contase una cosa que no sabía y que podían cambiar muchas cosas de mi vida, seguía siendo mi madre, con la que compartía muchos secretos, con la que iba de compras, con la que veía pelis románticas cuando estábamos aburridas. - Vamonos anda que perdemos el avión y yo no cojo otro. - Vamonos. – dijo volviendo a sonreír.
Desde el coche me despedí de mi casa y de Huelva en mucho tiempo, el viaje prometía ser entretenido, pero seguro que al final del día echaba de menos mi tierra y mi lengua, aunque el inglés me encantaba y lo entendía muy bien, hablarlo ya era otra cosa, nunca me había llevado un día entero hablándolo.
En el avión sentada junto a la ventanilla, estaba algo nerviosa, por la noticia de que quizás mi padre hiciera ahora después de diecisiete años acto de presencia en mi vida, y también porque con mi mala suerte quizás el avión se estrellara antes de llegar a su destino. Aunque eso era menos probable. Mi madre estaba my nerviosa concentrándose en no salir corriendo y gracias a eso pude seguir inmersa en mis propios pensamientos. Inglaterra, hasta ahora, había sido para mi un lugar de transito, de vacaciones en el que vivían mis abuelos, a los que iba a ver sólo una vez al año. Mi abuelo era el mejor hombre que había conocido nunca, o eso me parecía a mi, siempre estaba dando bromas y a su alrededor parecía que nada podía preocuparte. Anthony Mathews vino a Huelva de vacaciones con su familia cuando tenía la misma edad que tenía yo ahora y se enamoró de mi abuela Elena Lozano, ella era completamente pobre y trabaja de niñera en la casa de al lado, mi abuelo renunció a todo por ella. Y ella renunció a su país para ir tras los sueños de su marido. Ahora yo tenía que abandonar mi ciudad a la que no había apreciado lo suficiente hasta ahora, para que mi madre se reconciliase con su pasado. Esperaba que mi padre aún la quisiera tanto como ella a él porque sino yo misma me iba a encargar de despellejarlo vivo.
El vuelo duro dos horas y cuando llegué al aeropuerto Heathrow me quedé casi paralizada, aquel hormiguero humano era frenético y yo una persona demasiado tranquila para poder salir de allí sin un ataque de ansiedad. Esperamos las maletas, salieron las últimas y yo sinceramente pensé que se habían extraviado. Después de todo no estaba saliendo del todo mal este viaje. Cogimos un taxi hasta los trenes Virgin, no tuvimos que esperar mucho para montarnos en el tren rumbo a Liverpool, tardamos una hora y cuarto y todavía nos quedaba más. Un taxi nos esperaba para llevarnos en veinticinco minutos a St. Helens. Yo iba mirando todas las calles como si fuera la primera vez que las veía, pero es que ahora las miraba de una forma diferente, ahora serían las calles por las que pasearía todos los días. Cuando el taxis torció una calle muy cercana a la casa de mis abuelos me fijé en un chico vestido completamente de negro, caminaba con la vista clavada en el suelo como si lo demás no le importara. Los cables de Mp3 se veían desde sus orejas, bajando por el cuello y perdiéndose bajo su ropa. Su pelo negro hacía resaltar bastante su piel, era muy clara, pero había mucha gente así, si hubiera sido más blanca hubiera comenzado a pensar mal. El taxi pasó y él desapareció de mi vista. Me sorprendió pensar que me había fijado en otro chico que no fuera Ethan, pero quizás sólo fuera porque era demasiado adicta a los chicos vestidos de negro, de todas formas no importaba porque nunca iba a llegar a conocerlo. | |
| | | Queca
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| | | | Elle Admin
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| Tema: Re: Noche Eterna Sáb Mar 22, 2008 9:49 pm | |
| Los nervios me comían por dentro sólo de pensar que podía ver a Ethan en cualquier momento, pero llegamos a la puerta de la casa de dos plantas de mis abuelos y no lo vi. El taxista nos ayudó a sacar las maletas y mi madre fue a llamar al timbre de la puerta cuando mi abuelo, feliz nos abrió sin vacilar. - ¡Bienvenidas!. – Y cogiéndonos a ambas nos abrazó con fuerza. – Pensé que nunca iba a llegar este momento. - Yo deseaba que no llegara. – dije algo dubitativa pero sincera. Deshaciendo el abrazo, mi abuelo me miró a los ojos y sonrió de nuevo, pero esta vez menos efusivamente. - Se que ya echas de menos España, pero dale una oportunidad a Merseyside, si no te enamora, dentro de ocho meses vuelve a tu casa. Aún en silencio pensando en esa posibilidad de mi mayoría de edad que ni siquiera se me había pasado por la cabeza, mi abuelo volvió a hablar. - No digas que no te gusta algo hasta que no lo hallas probado. - Lo tendré en cuenta abuelo. Sonriendo mi abuelo cogió mi maleta y nos fuimos dentro de la casa donde mi madre y mi abuela hablaban. Cualquiera que viera mis abuelos pensaría que su nacionalidad era la contraria, ya que mi abuela era rubia con ojos verdes y mi abuelo moreno con ojos oscuros. Yo era una mezcla tenía los ojos claros y el pelo oscuro. Aunque quizás mi padre fuera así, nunca quise mirar su foto, estaba demasiado entretenida odiándole para preguntarme como era físicamente. Cenamos temprano y estuvimos hablando hasta tarde, contándole a mis abuelos todo lo que me había pasado ese año, podía haberles llamado por teléfono pero odiaba hablar por esos malditos chismes tan impersonales.
Cuando mi madre terminó de meter todos los platos en el lavavajillas fui a decirle que me iba a la cama. - No ha sido para tanto ¿verdad?. - No la verdad que no. - Anda vete a la cama a dormir no a conectarte a Messenger para hablar con tus amigos. - Vale. Aunque sinceramente no sabía si sería capaz de cumplir esa promesa. ¿Qué malo había en hablar un poco con mis amigos por la noche?. Si ya les echaba de menos. Subí a mi habitación en el segundo piso y cerré la puerta después de desearles buenas noches a todos. Mi habitación era más grande que la que tenía en Huelva, las casas inglesas del Bario Reina Victoria, o Barrio Obrero como se llamaba coloquialmente no eran muy grandes pero estaba enamorada de ellas desde que era un bebé. Deshice la cama de un solo movimiento, quitando el edredón de tela brillante lila y dorada, gran parte de él caía en el suelo. Me puse mi pijama de verano que básicamente consistía en un pantalón corto rosa fuerte y una camisa de tirantas negra. Me senté en la cama y suspiré, no sabía a que venía ese suspiro la verdad, pero entonces me fijé que desde mi ventana se veía la casa de enfrente. La casa de Ethan. Descorrí las cortinas para ver si por casualidades de la vida su habitación coincidía con mi ventana. Tenía la luz encendida, pero no veía a nadie, me fijé más y una chica apareció frente a la ventana, su pelo era negro como el carbón y su piel muy blanca. Di un respingo y apagué la luz para que no me viera, aunque ya me hubiera visto de sobra. Me metí en la cama pensando quien sería, quizás sólo fuera su hermana aunque no se pareciera en nada. Pero a las doce de la noche era imposible que su novia estuviera en su habitación, aunque yo no conocía sus costumbres, cualquier cosa podía ser. Aquella noche me costó mucho conciliar el sueño amargándome yo sola por estupideces.
Me costó enterarme de quien era la chica pero al final descubrí que la chica del cabello largo y negro era su hermana, se llamaba Adara, pero no hablaba mucho con la gente y tampoco salía mucho, aunque mi abuela decía que la había visto salir algunas noches, a unas horas muy poco apropiadas para una buena chica.
Hannah, la única amiga que tenía en St. Helens me contó a lo largo del verano, que esa familia, si es que se le podía llamar así, era bastante rara. Alexander era el padre, tenía treinta y seis, y se pasaba la vida viajando por lo que estaba poco en la casa, Dorothea su dulce y rubia esposa era un poco más joven que él, por lo que daba que pensar que Adara, Ethan Y Brandon no eran hijos de Dorothea sino de una esposa anterior. También tenían un hijo que habían acogido para que no estuviera en un reformatorio o algo así me dijo Hannah, se llamaba Drake y tenía la misma edad que Ethan. Dieciocho. Pero este verano sólo se quedaron Drake y Adara en la casa, todos los demás se fueron de viaje a Italia, Francia o vete a saber donde. Por lo que descubrí más tarde, la habitación que colindaba con la mía era de Drake, así que si Adara estaba mucho en ella sólo podía significar que estaban liados. De todas formas, mis vacaciones no sólo consistieron en alcahuetear sobre la familia Lowerk y Drake Draven; fui a la playa, vi más cosas de Merseyside, como por ejemplo el que sería mi nuevo instituto, Carmel Collage. Quise buscarme un trabajo, pero fue un plan que pospuse para el siguiente año. Septiembre se acercaba peligrosamente. Y una mañana cuando me levanté me encontré con una nota de mi madre en la mesilla. “Ve a hacer la matricula, no es una sugerencia”.
Camino del nuevo instituto, iba pensando que haría si me lo encontrara allí, sabía que no iba a pasar pero aún era demasiado crédula e inocente con respecto a mis sueños, sin saber que la vida real, era mucho más dura de lo que me esperaba. Cuando fui a echar la matricula, la cola era enorme, me acomodé al final de está y estuve esperando, pensando en que me debería haber traído mi MP3 para no quedarme dormida mientras esperaba, pues la paciencia no era una de mis escasas virtudes, cuando alguien me reconoció. - ¡Elle! ¿Elle Mathews? No puedo creerlo. - ¡Soray! ¿Qué haces aquí?- dije quedándome de piedra, al pensar que cosas mas raras no podían pasar, pero ahí estaba Soray, nos conocimos en el parvulario, pero aún nos recordábamos como grandes amigas. Aquella chica extrovertida, rubia y desgarbada, se había convertido en una joven rubia de ojos azules, con mucho estilo. - Sigues igual. - Pero si no nos vemos desde el colegio. - Bueno me refiero de…, que más da. Me alegro tanto de verte. - Y yo. Bueno ¿Cómo te va la vida?. - Muy bien estoy saliendo con un chico monísimo. - ¿Esta en este instituto? Así te doy mi opinión…- dije sonriendo como hacía tiempo no hacía. - Sí, esta aquí,… - dijo mientras miraba buscando por todo el hall – si lo encontrara; ¡Ahí! Esta, ¡ETHAN!. “No”, repitió mi cabeza una y otra vez. ¿Esta sería mi segunda oportunidad?. Si esto era el destino, era muy cruel conmigo. - Ethan te presento a una buena amiga, Michelle Mathews. - Encantado – dijo con si melodiosa voz varonil de barítono. Era perfecto en todos los sentidos. Incluso hacía que mis rodillas flaquearan. Un efecto que sólo sufría mi cuerpo con los batidos helados de vainilla. Y que era lo que debía decir. Había ensayado ese momento tantas veces, que…, estaba claro que nunca imaginé ese momento con Soray y que Ethan fuera su novio. - Encantada – dije al final. - Tu eres mi vecina, ¿verdad?. - Si. Lo cierto es que hubo un silencio, de los característicos de las novelas, tan incómodos,…, pero al menos Soray lo rompió. - Bueno Ethan, cariño, ¿te vas ya?. - Si – dijo solamente, sin apartar la vista de mi. Era como si estuviera respondiendo a una pregunta que me estaba haciendo para mi misma. Y de verdad preferiría que no me leyera la mente porque entonces me pondría roja como un tomate. Ethan se despidió de ambas, de Soray con un beso, eso estaba claro y de mi con una mirada perturbadora, solo pude decir un quedo “adiós”. Al rato, yo aún estaba mirando la gran puerta blanca por la que él había salido, de nuevo la voz de Soray me trajo a la realidad. - Te gusta ¿verdad? - ¿Desde cuando Soray leía los pensamientos?. Cuando la miré todavía me sonreía. Era una sonrisa tan sincera…, que no quería mentirle, pero…. - Bueno…, me gustaba,… es agua pasada, cambiemos de tema por favor. - De acuerdo…. Comenzamos a andar lentamente, entonces dije: - ¿Nos vamos de tiendas?. - Ufff.. Pensé que no ibas a decirlo nunca. Pero vamos a salir por el aparcamiento de abajo y así no tenemos que andar. Lo cierto es que aunque al principio pensé que me iba a ser difícil entablar conversación con ella, me resultó de lo más fácil y divertido. Era tan sencillo todo como lo veía Soray, que incluso me lo parecía a mi. Nos pusimos al corriente de nuestras vidas en sólo una mañana, parecía que nunca nos habíamos separados. Pero entonces llegó el momento que yo temía “Ethan”. - Y, entonces ¿dónde os conocisteis?. - Después de que volviera de Huelva, llegué a St. Helens. Mi coche se estropeó en medio de la carretera y en ese momento pasaba Ethan. Se paró para ayudarnos, y aunque también estaba mi madre, me monté en el coche de Ethan y me llevó a buscar ayuda, aunque no quería dejar sola a mi madre mucho tiempo, alguien tenía que quedarse con el coche,…, bueno los dos solos en un coche ,…¿es normal? A que si…. - Si completamente normal, te comprendo, yo también lo hubiera hecho – dije sonriendo también – y …¿Dónde? ¿en su coche?. Lo cierto es que estaba mintiendo, porque yo ni siquiera había tenido un novio, pero ¿qué iba a decirle a una chica como Soray?. - Siiiii… Fue fabuloso…- La conversación seguía por la misma línea, hasta que llegamos a la esquina que daba a mi calle. Nos despedimos y prometí llamarla para volver a quedar aunque no sabía si lo haría, más que nada, porque Ethan vendría y Soray le diría que trajera a un amigo para mi. ¡Como odiaba no tener novio!. Al llegar a mi casa, el teléfono estaba sonando. Dejé el bolso en la mesa que había al lado del portón y llamé haber si había alguien en mi casa, pero no había nadie más que mi perro. -¿si? – tras el auricular no se oía absolutamente nada, era tan extraño, incluso me daba miedo. Fui a colgar pero entonces, una voz, su voz dijo: - ¡Espera Elle!. Yo no sabía que decir, pero parecía que él me leía el pensamiento. - Si, soy Ethan. No intentes buscarle sentido a todo esto, de cómo tengo tu numero y porque te llamo. “¡Dios!, ¿era capaz de leer mi mente? Ahora si que tenía miedo”. Una seductora carcajada sonó tras el auricular. - Quiero que nos veamos. Tengo…necesito hablar contigo. Solo podía decir “si”, ¿Cuándo? ¿Dónde?, pero entonces: - Lo siento Ethan, Soray es mi amiga y tu su novio, adiós – y colgué el auricular. No sabía cual era el motivo de su llamada, no es que temiera que pasara algo entre nosotros, por su parte estaba segura que no ocurriría nada, pero no me fiaba de mi misma. Nunca pensé que tendría valor para aquello. Pero lo cierto es que me sentía tan bien…Aunque mi cuerpo parecía vibrar con cada respiración, me sentía bien, había hecho lo correcto y eso era lo importante. Aunque la lágrima que resbalaba por mi mejilla dijera lo contrario.
Siento el retraso Queca, haber si consigo llevarlo más al día. | |
| | | Queca
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| Tema: Re: Noche Eterna Sáb Mar 22, 2008 10:11 pm | |
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| | | Elle Admin
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| Tema: Re: Noche Eterna Mar Mar 25, 2008 12:29 am | |
| Bueno he aqui otro capi de mi obra maestra jajajjajaj, que bueno. Cada día estoy peor.... Lo pongo en dos partes porque me pone que es demasiado largo. Espero que os guste.
Capítulo 2: Odio a primera vista.
Hacía dos semanas que habían empezado las clases, a ningún profesor se le ocurrió hacer que me presentara delante de todos los alumnos, pero algunos si me preguntaron como era España y porque me había venido a Inglaterra. A la primera respondía con toda sinceridad pues adoraba mi tierra ahora que estaba lejos de ella y a lo segundo mentí considerablemente para no decir que a mi madre le había entrado la neura de mi padre, al que todavía no conocía. Y sabiendo como era mi madre quizás no lo conociera nunca. A no ser que lo buscase yo. Eso era algo que debía pensar muy a fondo antes de lanzarme en su busca.
- Elle. Espera. Iba algo ensimismada, caminando por el pasillo de fríos azulejos blancos y verdes con mi carpeta lila forrada con fotos de My Chemical Romance, Foo Fighters y HIM abrazada y me sorprendió oír la voz de Ethan, y más dirigiéndose a mi. Aunque ya me lo habían presentado personalmente e incluso había llamado a mi casa, sin saber muy bien como había conseguido mi numero de teléfono, aunque tampoco es que me importara mucho eso. - Hola – dije, por fin, dándome la vuelta para que quedásemos cara a cara, aunque yo no pensaba mirarle a los ojos, me sentía mal por lo que le había dicho, pero era lo mejor, o eso me repetía a mi misma una y otra vez hasta la saciedad. - Estas muy guapa hoy. – dijo, obligándome a mirarle a los ojos, con cara más que sorprendida. No podía creerme que esa frase sonase tan bien en sus labios con esa voz aterciopelada y casi melódica. Pero no podía ablandarme ahora con palabras bonitas. - Si, eso me han dicho, pero sólo hoy los demás días vuelvo a ser calabaza, no te jode. – dije algo irritada. No es que estuviera enfada con él estaba enfadada conmigo misma, porque albergaba absurdas esperanzas de que Ethan y yo estuviésemos juntos. Y eso que sabía que no estaba bien, pero es que lo mejor siempre estaba prohibido y, esto estaba completamente prohibido para mi. Era como una regla que me había impuesto, no podía ni siquiera permitirme pensar en el novio de una amiga, aunque yo lo hubiese visto primero. Quien me iba a decir que cuando llegué a Inglaterra fuese a encontrar a Soray y Ethan ya formara parte de algo lógico en mi vida. - Bueno, lo que quería decirte es que Soray, Brandon y yo vamos a ir esta tarde al campo, vamos… ha hacer una especie de acampada, y… queríamos que te vinieras, para que Soray no se sienta sola, claro. - Claro. – dije con cierto retintín en la voz que me había salido inconscientemente. Comencé a caminar de nuevo dejándole atrás; no quería ni mirarle a la cara, lo cierto es que él no era lo que yo me había imaginado, no tenía nada que ver, un aura oscura, de que algo malo ocultaba, lo embargaba. Pero seguía siendo el Ethan con el que había soñado tantas noches y recordarme eso hacía que me sintiera más patética aún. - Ese claro, es ¿claro que si?, o ¿claro de la llevas cruda?.- preguntó mientras se volvía a poner a mi lado. Era mucho más alto que yo, y lo cierto es que eso me intimidaba bastante y me hacía sentir más poca cosa de lo que ya me sentía la mayor parte del tiempo. - Claro de…. Claro. Había deseado que mi frase fuese contundente pero no cortante. Después de todo, habían intentado que yo fuese su amiga, me estaban abriendo sus brazos, y yo sólo pensaba en mi misma. Cosa que no podía evitar la mayor parte del tiempo aunque quisiera. Me giré y vi su rostro era tan hermoso, casi perfecto, su pelo rubio y sus ojos color miel cautivarían a todo el mundo, incluso a mi duro corazón, con sólo una mirada ya había desarmado los altos muros de mi fortaleza y mi corazón era completamente suyo, pero me negaba a entregárselo, no fuese a tirarlo al suelo y a pisotearlo. - Siento el tono, pero es que hoy me he levantado con el pie izquierdo. Iré – dije al fin sonriendo forzadamente. Sabía que si sonreía mi respuesta sería más convincente, pues ahora mismo me sentía incapaz de decirle lo que sentía de verdad. - Gracias Elle. Esto es muy importante para mi. No te arrepentirás, te lo prometo.- Y en su efusividad me abrazó. Era septiembre y estaba claro que el aire comenzaba a refrescar, pero no tanto como frío estaba Ethan. Era duro y musculoso, aunque con lo alto que era pareciese delgado. Pero lo que más me extrañaba era esa frialdad, parecía un muerto. En ese momento se separó de mi y pude ver en sus ojos que se había dado cuenta de mi escepticismo y se alejó un poco más para poner distancias entre nosotros. Al instante siguiente no se como, estaba sentada en mi sitio en clase de biología, no me había dado cuenta ni siquiera de cómo había llegado allí, pero quizás me había quedado demasiado flipada con el contacto del cuerpo de Ethan junto al mío. Era más de lo que mi cerebro podía procesar y lo más probable es que mis neuronas hubieran dejado de funcionar unos minutos, hasta que todo volvía a la normalidad, dejándome actuar como una autómata. Me fijé entonces que el sitio de delante de mi siempre estaba vació; y el que faltaba se llamaba Draven, Drake Draven. Parecía que mi mente se había quedado dormida y acababa de despertar. Drake era mi vecino, al que por cierto en todos estos meses nunca había logrado ver. ¿Cómo sería?. Su nombre era llamativo. “No te vayas a enamorar de un nombre” – me sugerí a mi misma pero no sabía si funcionaría. Era demasiado idealista con los nombres. La clase continuó, y cuando terminó yo no me había enterado absolutamente de nada. Aunque lo cierto es que no me enteraba de nada en ninguna, en matemáticas bien porque no sabía y prestar atención era una perdida de tiempo y en lengua porque ya me lo sabía todo. Entonces el profesor Steven, me llamó cuando iba saliendo. - Elle tu tendrás que hacer el trabajo con Drake Draven; se que no viene, pero ¿puedes ponerte en contacto con él?. - Bueno… yo conozco a su hermano Ethan y… - Excelente (en ese momento me había recordado al Señor Burns, sólo faltaba el movimiento de manos)- Entonces todo listo. Yo iba a decirle que no lo había visto nunca, pero… no pude.
Cuando llegué a mi casa mi madre acaba de llegar del trabajo, era delineante en una empresa en Liverpool. Mis abuelos habían ido a pasear así que no volverían en un buen rato, ya que para ellos pasear era llevarse todo el día por ahí, comiendo en restaurantes y de compras. - Hola cariño, ¿cómo te ha ido el día? – dijo mi madre desde la cocina, con la radio a todo volumen. - Bien mamá – dije desganada mientras dejaba mi bolso en una silla cercana a la cama en mi habitación. Tenía que decirle lo de esa tarde, pero y si me decía que no, yo iría de todas formas. Nunca se negaba a nada, a no ser que fuese muy descabellado, pero yo era demasiado sensata o eso me gustaba creer para hacer nada descabellado. Muchas veces creía que no disfrutaba de mi alocada adolescencia, pero si hacía algo que no debía después mi conciencia venía a chirriar por las noches y a no dejarme dormir. - Mamá… - Si Elle, ¿Qué te pasa? – me dijo sonriendo, volviendo de nuevo la cabeza para echar cuenta en lo que hacía y no tirar la comida fuera de la sartén. Yo aún estaba en la puerta de la cocina, no sabía si entrar. Me apoyé en el marco de la puerta como solía hacer cuando pensaba que la prudencia era mejor que ser directa y sincera. - He quedado con unos amigos para ir esta tarde al campo y pasar el día… - ¿Quiénes vais? – dijo ahora algo sería. - Soray… Ethan,…. - ¿Soray? ¿Esta en tu clase?. - Si, su madre se divorció de su padre hace poco y se han venido a vivir aquí, también. - De acuerdo, ahora te prepararé las cosas para que te las lleves. - ¿Me puedo quedar a dormir?. - No veo porque no – dijo ahora con el ceño algo fruncido, por lo que demostraba que no estaba muy conforme. - Gracias mamá. La verdad es que no podía pedir que mi madre diese saltos de alegría porque me quedara fuera, no conocía a Ethan y era lógico, si hubiese sido la casa de Soray, no hubiera dudado un instante…. Pero desde que empezó el curso Soray nada más que me ponía excusas para que no fuera a su casa. Quizás ocultara algo, pero ¿el que?, no lo sabía.
Ya en mi habitación, de rodillas en el suelo, empecé a meter cosas en una mochila, me sorprendí a mi misma al verme mirando un vestido de fiesta naranja que tenía tanto tiempo guardado en el armario que ya ni siquiera sabía que existía; y no se porque me acordé de Drake, tenía que hacer un trabajo con él. Estaba muy nerviosa, todo lo que se saliera de mi rutina me ponía de los nervios, aunque me encantaban las experiencias nuevas, y Ethan también…, una sonrisa amarga afloró a mis labios; él nunca había formado parte de mi rutina. - Elle, ¿porque no llamas a Soray y os vais juntas? Para que no vayas sola.- dijo asomando la cabeza por el marco de la puerta de mi habitación. - Buena idea mamá.- realmente si era una buena idea, ni siquiera sabía donde estaba la casa del campo de los Lowerk. Cogí mi móvil y entonces me dijo: - Llama del fijo que después siempre dices que no tienes saldo. - Vaaaaaaaaaale – sonreí al fin; había días que la forma de ser de mi madre me parecía algo pesada, pero eran los que menos. - Mamá….¿te vas a quedar sola?. - No,…- dudo, suspiró y me miró sonriendo. – He quedado hoy con tu padre. - ¿de veras?. Entonces Spook va a estar sólo todo el día, pobrecillo. - Déjalo tranquilo, tu vete con tus amigos y diviértete. A veces pienso que eres mayor para tu edad, deja las preocupaciones para cuando tengas mi edad. Terminé de comer tras casi dos horas, no es que comiera mucho, es que era muy lenta ya que me ponía a ver la televisión y a hablar sin parar. Ya había llamado a Soray antes de comer y habíamos quedado para irnos juntas, le hizo mucha ilusión que la llamase y me dijo que tenía que contarme muchas cosas que le habían pasado. Hannah también me había llamado, pero le dije mis planes, en los que ella no entraba y creo que se había enfadado. Desde que había empezado a salir con John estaba más rara…, pero cuando lo dejó ya no volvió a ser la misma. Me preocupaba bastante, pero la verdad es que yo tenía también muchas cosas en mi vida para preocuparme. Llevé los platos a la cocina y cuando pulse el botón del lavavajillas, sonó el portero. | |
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| Tema: Re: Noche Eterna Mar Mar 25, 2008 12:29 am | |
| - ¿No es fabuloso el coche de Ethan, Elle? – Ahora lo cierto es su voz me resultaba algo pedante. Soray siempre me había caído muy bien, pero desde que había reaparecido había desmejorado mucho bajo mis ojos. No se si era por el hecho de que tenía que llevarse a Ethan a todas partes o que me gustaría ser ella aunque sólo fuera un instante para estar con él. - Si, es fabuloso.- Admití al fin de mala gana, miré por la ventana y así pude apartar la vista de las continuas carantoñas de Soray. Ya ni siquiera me hacía caso, estaba tan enamorada de su genial novio que no podía dejar de tocarlo, ambos iban en el asiento delantero del coche, era un monovolumen muy espacioso de color azul oscuro, y yo atrás con todas las cosas de Soray que no cabían en el maletero. ¿Iba para un día? O ¿se iba a quedar a vivir con él para toda la vida?. La verdad… es que mejor prefería no saberlo, ¿Por qué iba con ellos si ahora mismo no eran santos de mi devoción? Quizás fueran preguntas sin resolver típicas en mi. El trayecto sólo duró una escasa media hora, pero a mi me pareció horas interminables de carantoñas, ni siquiera me percaté del terroso paisaje y eso que me encantaba deleitarme con el paisaje cuando viaja en coche. Me fijé en la cara de Ethan que se veía en el espejo y no la miraba a ella sino a… ¡MI! , no, no, no. Me dije una y otra vez, quizás fueran ilusiones mías es más, seguro que las eran. Ethan era muy feliz con Soray y bueno… ella era mi amiga. Ethan se giró sin parar el coche aún, quise gritarle, “mira hacía delante”, pero no podía porque entonces él me dijo: - Elle, te quiero, no amo a Soray, siempre te he querido pero no sabía como acercarme a ti… “Dios, otro sueño“ pensé. Entonces la mano de Soray me despertó. - Elle, Elle, ya hemos llegado. - ¿Qué?. - Has dormido todo el trayecto. Menos mal que el fabuloso coche de Ethan es tan cómodo y sirve para tantas cosas. – se rió con una risa que imitaba el gorjeo de un ave que yo detestaba. “¿Sueño o realidad?”. Había momentos en los que no sabía distinguirlos. No eso estaba claro que era realidad, bueno quizás partes de mi sueño no eran tanta ficción como creía. La casa que se alzaba ante mis ojos era esplendida, muy blanca y grandiosa. Tenía dos plantas principales y una buhardilla con un gran ventanal de vidrieras. Pero la casa no sólo me resultaba hermosa, sino familiar, se hallaba encima de una colina o ¿era un acantilado?. Lo cierto es que al mirarla me sentía extrañamente perturbada, como si…., pero no podía ser, agite la cabeza en un signo de negación interna, que a Ethan por lo visto le resulto extrañamente gracioso, al menos eso transmitía su sonrisa. La casa era inmensa y estaba compuesta por un hall y dos alas, cuando entre por la puerta esperaba que esta chirriara y el cielo se oscureciera y un rayo lo rompiera, mientras Ethan con su blanca piel decía con unos recién aparecidos colmillos, “Bienvenida a mi morada”, pero nada de ello ocurrió, estaba claro que había leído demasiados libros, sobretodo de vampiros. Ni si quiera salió un sonido fuerte de sus labios, sólo iba conversando casi en susurros con Soray. Ya en el hall, que por cierto también era blanco, me llamo la atención que el piso de arriba se comunicara con unas hermosas escaleras que comenzaban en forma de caracol y terminaban rectas, “curioso” pensé. El ala izquierda estaba muy iluminada y era casi exterior, por decirlo de alguna manera, terminaba en una vidriera, quizás fuera un invernadero. Pero la que más me llamó la atención era el ala derecha, no sólo estaba completamente cerrado sino que se sumía en la más intensa penumbra. Ahora si que estaba en mi pleno derecho de pensar que al menos algunos habitantes de la casa eran vampiros. Es más la casa estaba situada de forma que el sol no llegaba a alcanzarla de lleno. Y si me fijaba con más detenimiento nunca había visto a Soray y Ethan fuera del coche de día, sólo dentro del instituto o en el centro comercial Hattons. - Elle, ven, vamos a dejar las cosas en la planta de arriba. - De acuerdo. - Ahora te presentaré a Brandon, es el hermano de Ethan y también esta muy bueno – me dijo con un guiño. - Y ¿porque no sales con él en vez de con Ethan? – dije mientras sonreía a medias. - Que graciosa eres. – Pero en su tono de voz se apreciaba un ligero desprecio a mi persona. Había veces que si pudiera ser, yo misma me despreciaría. No dijo más nada en todo el trayecto, ¿habría cogido la indirecta?, no la creía tan tonta así que seguramente si. Llegamos a una habitación casi igual de grande que toda mi casa de Huelva, ¿Ethan Lowerk era rico?. Soray no perdía el tiempo. - Voy a buscar a Ethan, ahora mismo vuelvo, ponte cómoda mientras. - De acuerdo. Y desapareció con la misma gracia como había entrado. Me senté cansada, o más bien aburrida encima de la cama, era muy grande, cabían más de dos cuerpos en ella y era de color rosa, casi anaranjado, tenía unos doseles, que sólo había imaginado que había en las novelas románticas que tanto me gustaban leer. Entonces oí un ruido, como si alguien hubiera tropezado y un grito. Instintivamente salí de la habitación creyendo que al hacerlo todos los de la casa estarían allí, pero por lo visto nadie más que yo lo había oído. Se suponía que sólo estábamos allí cuatro personas, pero quizás hubiera venido alguien más de la familia Lowerk. Venía de las sombras, ¿sería capaz de adentrarme en ellas?, Como ser capaz era, pero me daba más miedo que me creyeran una alcahueta o entrometida, que lo que pudiera encontrarme allí, a riesgo de todas mis dudas, empecé a caminar. Parecía que nadie limpiaba en profundidad ese pasillo, como si fueran dos casas diferentes. Continué caminando y llegué hasta una puerta abierta, bueno no entera pero casi. Tampoco había luz allí, pero la cortina estaba descorrida y algo de luz entraba en la habitación, al menos podía distinguir que había dentro, sin siquiera que me diera tiempo algo o alguien pasó como alma que lleva el diablo y una risita se oyó a mis espaldas y en la habitación alguien volvió a golpearse con algún duro mueble, me identificaba con quien estuviera allí dentro, ya no me sentía tan torpe al pensar que había más torpes como yo, sólo que me daba miedo entrar. Cuando me fui a marchar pensé, ahora una tabla traicionera del suelo chirriara y me descubrirán, pero a falta de tablas de madera, me resbalé con algo que desde luego no vi al llegar en el suelo, pero que ahora me había echo caer irremediablemente. - ¿Quién anda ahí? – una voz rugió como una bestia atrapada. Era una tontería no responder. - Soy…. Elle Mathews,….. he venido con Ethan y…. oí un… y entonces vine… y me caí, y…. Dios ¿como podía inquietarme tanto la voz de alguien que nunca había visto?, ¿Sería Brandon?. - Y ¿tu quien eres? – Dije una vez dentro de la habitación. Estaba sentando en la parte más oscura de la habitación, lo sabía porque de allí venía la voz no porque le viera, algo imposible con mi hipermetropía. - Y eso a ti que te importa. - Yo te he contestado, ¿Qué te cuesta contestarme a mi?. - Y ¿ porque te interesa mi nombre?. - Por la misma razón por la que te interesa el mío. - Tu estas en mi casa, yo no estoy en la tuya no tengo porque responder. - Pues, sino te importa voy a encender la luz, porque no veo en la oscuridad y no me hace mucha ilusión hablar con una sombra. - NOOOO. Pero su grito era más lento que mi mano - ¿Por qué no? – dije volviéndome hacía él, estaba ansiosa por verle, me gustaba su voz más de lo que quisiera admitir. Pero me estaba comportando como una chica muy atrevida y sabía que ese papel no me pegaba para nada. Lo miré, y lo miré, pero no le vi ningún fallo, se parecía mucho al chico que vestía de negro que vi al llegar a St. Helens. ¿Por qué se refugiaría en la oscuridad? A no ser que fuera un vampiro…. - Yo puedo saciar tu curiosidad, lo primero es porque no se para que un ciego quiere la luz sino la ve y la segunda,… - Dijo enseñando unos fieros colmillos y en ese momento tuve mis serias dudas de que fuera ciego, al abalanzarse a mi con tanta precisión.
Hay momentos en los que tu vida pasa delante de tus ojos, otros en los que ves todo lo que no vas a hacer, pero yo sinceramente sólo podía mirarle a él. Vale, se que quería matarme, pero cuando la muerte es tan atractiva es difícil apartar la vista. Se supone que instintivamente el ser humano, es capaz de reaccionar en milésimas de segundos para salvar su vida ante los depredadores, pero yo ni siquiera me inmuté. - Parezca o no, se controlarme y tu no me resultas tan apetitosa. – Rugió junto a mi cuello. ¿Había inclinado el cuello para que me mordiera?. Podría ser viniendo de mi podrías esperarte cualquier cosa. - ¿Qué te hace pensar que quería que me mordieras?. Además tus colmillos fácilmente pueden ser de pega. No son muy… grandes. - Niña, no juegues con fuego, aún te puedes quemar. - Hay riesgos que una chica debe correr. – Aunque mi voz firme no delatara lo que sentía estaba nerviosa, porque nunca me había enfrentado cara a cara un chico tan atractivo. ¿Desde cuando yo, Elle Mathews era una experta seductora? Si era incapaz de hablar con un chico que me gustara sin parar de reírme…. Quizás la cercanía de la muerte, o más bien la lejanía, había hecho que aflorara de mi interior una personalidad oculta que yo desconocía. Aunque lo dudaba, pues si me daba miedo alzar la voz en clase cuando todos estaban callados aún más esta situación. - Pero hay indigestiones que alguien experimentado como yo no desea sufrir. - Dudo mucho que seas un vampiro, un niñato rico, excéntrico e insolente, todavía pase, pero ¿vampiro?. Ja, me río de eso. Y yo soy Frankestein. - ¿Sabes? Me recuerdas un poco a él.- dijo entrecerrando los ojos, y ladeando un poco la cabeza como si estuviera recordando algo.¿Frankestein fue un mito o realidad?. No podía estar burlándose de mi ¿o si?. - Y tu me recuerdas a…… una cucaracha. – dije cruzándome de brazos con aire triunfal, aún sabiendo que no había ganado en absoluto. - ¿Podrías decirme en que se basa tu acusación?. – dijo con ese aire de petulancia que por lo visto era característico en él. - Pues… en cosas… como… vistes de negro y todos te evitan.- Adjudique haciendo una grácil mueca con el rostro, alzando una ceja. - ¿Qué te hace pensar que todos me evitan? – preguntó tan cerca de mi cara que si me acercaba solo un palmo podría besarle. Y Dios sabe que no me faltaban ganas. Aunque fuese completamente atea, nunca fui capaz de creer ciegamente en algo que no veía, algo que me apenaba. Una sonrisa maléfica asomo al rostro del supuesto vampiro, ¿Qué estaría pensando?. - ¿Es esto lo que quieres?. Y sin pensarlo dos veces, acercó sus labios a los míos y me besó. No pude más que corresponder a su beso. Lo hacía tan bien….. , eso o es que era totalmente inexperta en ese campo. Parecía que me faltaba el aire cada vez que se alejaba un poco de mi para volver a besarme con más ímpetu. Me encantaba sentir el tacto aterciopelado de sus labios en los míos. Pero entonces… se acabó. ¿Por qué había parado? Ahora que me estaba gustando. Abrí por fin los ojos y me lo encontré ahí mirando como si esperara un: “eres un dios de los besos, eres el mejor” o cualquier halago que se supone el pensaba que debía decirle, pero al contrario de lo que esperaba le dije: - ¿Qué coño se suponía que hacías? – casi gritando y alejándolo de mi dándole un empujón, pero casi no se movió. Parecía contrariado. - Lo que tu querías. - Y porque piensas que era lo que quería…. - Yo…bueno…tu … - Si, claro tu historia del vampiro otra vez. - No me provoques -Ahora si que daba miedo. Pero no podía demostrarle con la mirada lo que realmente sentía, porque este chico era como los perros cuando huelen el miedo te atacan. - Además dijiste que eras ciego. - Y lo soy. - Me estas viendo. - No, solamente me oriento con la voz. - Claro, por eso me estas mirando exactamente a los ojos. - Coincidencia - Mira creo que será mejor que te vayas al sanatorio mental del que hayas salido. Se ve la buena intención de tu familia de traerte a su casa, pero creo que eres un peligro para todos ellos. - Y tu salir de mi habitación antes de que te corte esa lengua tuya que parece que no piensa callarse nunca. Y te juro que disfrutaría haciéndolo. – Disfrutar era una palabra que ahora mismo viendo su expresión, creo que nunca podría atribuirle. - No pienses en ningún momento que he pensado en quedarme, me repugnas y tu beso ha sido, ¿Cómo lo diría?. Soso, muy normal, no te preocupes ya aprenderás. - ¡Fuera de aquí! – Bramó, señalando con la mano izquierda la puerta. Su cuerpo alto y algo musculoso, pero no muy marcado se veía en tensión y yo sabía el motivo, es más yo era el motivo. Pero él tampoco es que fuera de mi agrado, así que decidí, yo, la diosa de lo contrario, callarme y salir por donde había entrado. - Con mucho gusto – y di unos de eso portazos de película. Lo cierto es que aunque pensé callarme, era irremediable, yo siempre tenía que tener la última palabra y además este chico sacaba lo peor que yo llevaba dentro. Al salir de verdad que me arrepentí muchísimo de mis palabras, pero no pensé en ningún momento retractarme de ninguna, mi lema siempre fue seguir con mis cabezonadas aunque no llevara razón, hasta el final. - Bueno creo que acabas de conocer a Drake. – La preciosa voz de Ethan sonó tras mis espaldas, y aunque iba sumida en mis pensamiento, el nombre de Drake me sacó de mis ensoñaciones al momento. - ¿Drake?. - Si, así se llama, es mi hermano, adoptivo pero después de tantos años le quiero como si fuera de verdad, un poco rarito pero es lógico después de lo que tiene que sufrir con su ceguera. - Drake- - Si, eso es D-r-a-k-e. Drake. - Creo que ahora me va a ser imposible hacer el trabajo de biología con él. Era lo único que se me había ocurrido decir, después de todo, yo era la que la había cagado, no tenía que haberme metido en su habitación y mucho menos burlarme de lo que me estaba contando, aunque eso creo que lo hubiera hecho cualquiera en mi lugar. De todas formas sabía que algún día tendría que tragarme todos mis insultos y pedirle perdón, pero cuanto más tardara ese momento en llegar mejor para mi y mi estúpida dignidad. | |
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| Tema: Re: Noche Eterna Mar Mar 25, 2008 12:33 am | |
| Y aquí esta el capitulo ·, si os habeis fijado los capitulos son mas largos y es porque en cada capitulo he metido dos de los antiguos, asi no es tan cortito, de todas formas ya llevo unas 300 paginas y todavia me queda mas que decir Capítulo 3: Un comienzo…y un fin.
- ¿Nos vamos ya? – La voz de Ethan me sacó de mi ensimismamiento de nuevo, y por fin pude reaccionar. - Si, claro – dije mientras intentaba sonreír. Aunque no me salió muy bien que digamos. Salimos del oscuro pasillo y nos dirigimos a la habitación en la que se supone debía estar, entré y me puse mi mejor chándal, unos pantalones verdes que eran ajustados pero me quedaban muy bien y una torerita también verde. Cuando salí de la habitación creí que Ethan no me estaría esperando pero estaba exactamente en la misma postura que le vi por última vez antes de entrar en la habitación. ¿Por qué tenía que gustarme tanto?. Sentía cuando lo miraba incluso ese típico cosquilleo en el estomago, pero sabía que eso no estaba bien, era el novio de Soray, y ella era mi amiga. La intensa mirada de él continuaba fija en la mía, tenía unos ojos preciosos, marrones, pero con matices color miel que los hacían más hipnóticos si eso era posible. Apoyado en la barandilla de la escalera, con una pierna flexionada delante de la otra, y esa sonrisa de blancos dientes, mis rodillas comenzaron a flaquear y sabía que aunque no tenía que andar mucho para llegar hasta la escalera no era lo más adecuado ya que estas me flaquearían en cualquier momento y no tenía ganas de salir de esa hermosa casa en ambulancia y mucho menos hacer el ridículo delante de él. Pero Soray llegó y todo el hechizo desapareció por completo, no había rastro de él, como si sólo lo hubiera soñado y no hubiera existido nunca, más que en mis fantasías. - Ya estamos todos por lo que veo – dijo Soray poniéndose junto a Ethan. Entonces me fije que había otro chico junto a ellos, así que supuse que como ya había conocido a Drake, este tenía que ser Brandon. - Si ya estamos todos… – repitió Ethan. – Brandon esta es Elle Mathews, no seas un burro esta vez. - Yo nunca soy burro. – replicó con un tono de voz bastante tosco, aunque atractivo al mismo tiempo, con su tono pasmoso resultaba difícil de pasarlo por alto. - Encantada. – dije al hermano de Ethan. Era de la misma edad que nosotros, uno o dos años más a lo sumo, muy alto y muy fuerte, su complexión recordaba a un toro por lo que daba miedo acercarse no fuera a pegar a alguien. - Encantado señorita Mathews. – dijo con ahora suave voz mientras se arrodillaba y me besaba la mano ¿ de que época había salido este?. Si seguía mucho más tiempo en esta casa me iba a volver loca, uno que se creía vampiro, otro que se creía un lord ingles del mil ochocientos y pico. Menos mal que Ethan era normal, sólo que estaba cogido. “Bueno, todos tienen un fallo”. - Brandon levanta. – le dijo Ethan. – Creo que otra vez te has pasado. - He sido cortes. – farfulló como un niño pequeño que ha hecho mal una reverencia. - Si, demasiado. – dijo Ethan alargando la mano para levantarle de su comprometida postura. Realmente esa era una familia a la que podía acostumbrarme, era graciosa, llena de misterio y en el fondo se veía que todos estaban muy unidos, como si un lazó invisible los hiciera diferente a todos los demás y por consiguiente iguales sólo a ellos mismos.
Ya había pasado una hora y la caminata se me estaba haciendo interminable, era una chica de ciudad pese a todo, había vivido en Huelva toda mi vida, por lo que caminar tanto tiempo no era para mi. Y sobretodo cuando Soray y Ethan iban tan acaramelados juntos y yo tenía que soportar al muy burro de Brandon, nunca sabías con que te iba a salir en cualquier momento. Era lo único divertido del viaje después de todo. - ¿Puedo hacerte una pregunta?. – le dije por fin a Brandon para evitar por más tiempo su gran perorata sobre insectos y reptiles del lugar. - Ya me has hecho una, es decir al decir que si me podías hacer una pregunta ya estas preguntando…. - Si, bueno – le interrumpí – quería decir que si podía preguntar una duda que tengo. - Claro, faltaría más milady. – No soportaba en absoluto cuando me hablaba así, no sabía si era por la forma o por él. Aunque más bien me incliné por la segunda opción. - Ethan, Drake y tu sois hermanos y tenéis la misma edad, no os parecéis en nada, ¿Sois mellizos o algo por el estilo?. – Yo sabía más de la cuenta pero prefería hacerme la tonta para ver si sacaba más información de una buena fuente. - No, que va, Ethan y Adara si son mis hermanos, pero Dorothea no es nuestra madre, ella tiene veintitrés años y nosotros, Adara diecinueve, Ethan dieciocho y yo veintiuno, por lo que es lógico que no sea nuestra madre. Y Drake es adoptado. Brandon sólo me sirvió para afianzar lo que ya sabía sobre ellos. - ¿Por qué adoptaron a Drake? - Porque Alexander que es psicólogo fue a ver un orfanato y lo vio allí sólo, como era ciego él mismo se aislaba, así que lo recogió y está con nosotros desde hace muchos años. - Entiendo, y ¿por eso se esconde de la gente en la oscuridad?. Durante nuestra charla ya habíamos subido dos pequeños cabezos y según parecía nos faltaba muy poco para llegar. Habíamos salido cuando el sol ya se había quitado, así que llegaríamos a casa en plena noche. - Pues si la verdad, aunque también influye el sol, ya que…. - ¡Brandon! – La voz de Ethan le interrumpió justo cuando me iba a contar algo que parecía de suma importancia, ¿sería de verdad un vampiro? Ya tenía mis serías dudas. – Ven un momento hermano tengo que hablar contigo.
Las horas pasaban y Ethan no volvió a dejar a Brandon y a mi solos ni un minuto, en cierto modo me alegré ya que así él tampoco podía estar sólo con Soray, pero tampoco yo podía estar con Ethan, aunque no le hablara mucho cuando estábamos solos, ya que me daba mucha vergüenza. Jugamos a muchas cosas, parecíamos niños pequeños de nuevo y al final terminamos jugando a las cartas, a las que yo solía perder intermitentemente. Nunca antes me lo había pasado mejor. Aunque había tenido una infancia más o menos normal, parecía que este era el día más divertido de mi vida, con diferencia. - Ethan, voy a ir con Brandon a ver una cosa en el río ahora mismo volvemos. – le gritó Soray a su novio dejándonos a Ethan y a mi solos junto a la hoguera, eran solo las ocho de la tarde pero había oscurecido muy pronto. Íbamos a volver en breve para cenar y al día siguiente me marcharía de nuevo a mi vida de antes. - ¿Te lo has pasado bien? – de nuevo ese estúpido cosquilleo en el estomago. - Si, genial, creo que hacía años que no me reía igual. Hubo un silencio incomodo. Había dicho la verdad y creo que eso en ese momento fue más sinceridad de la necesaria, era como decir que era una amargada que vivía en un mundo de ideales y no disfrutaba de la vida, cosa que era cierto, pero este día había sido especial en muchos sentidos. La mayoría de las veces sentía que no encajaba en ninguna parte, pero hoy me había sentido parte de algo, como sino fuera el bicho raro, sólo una más. - Te dije que no te arrepentirías y aún no ha terminado, este día inolvidable. - ¿A que te refieres con…?. Pero aún no había terminado de hablar cuando Ethan me besó. Era tan romántico, los dos sentados en unos troncos que habíamos traído junto a la hoguera, sus llamas chisporroteando, mientras él me besaba y me atraía a él a cada instante. Deseaba tanto continuar así, pero entonces me acordé del beso de Drake y me separé de Ethan. “¿Por qué?, no seas tonta” me decía mi cabeza, pero no sabía porque ya no quería eso, bueno si lo quería pero a la misma vez no, pensé en Soray que había confiado en mi, no quería pagarle así; y convertirme en la amiga roba novios. Ethan me miró a los ojos, y aunque siempre acertaba lo que estaba pensando estaba vez parecía confuso. Me quedé ahí mirándole a los ojos diciéndole que no con la cabeza pesadamente. Había tenido mi momento de gloria y me lo había negado por lealtad en nombre de la amistad, “ojala halla merecido la pena”, pensé.
Cuando Soray y Brandon llegaron riéndose, Ethan y yo estábamos terminando de apagar la hoguera y habíamos recogido todas las cosas, no estábamos hablando, pero por lo visto ellos no se extrañaron por eso, aún viendo nuestras caras más serias de lo normal.
Llegamos a casa en una hora y media, aunque tardamos el mismo tiempo que habíamos invertido en ir, a mi la caminata de vuelta se me hizo más rápida. El día había sido perfecto, demasiado diría yo. Me sentía tan confusa respecto a Ethan que…. Cuando entramos en la casa, conseguí escabullirme y me fui directa a la habitación de Drake, necesitaba hablar con él, aunque aún no sabía de que. - ¿Por qué? – dije dando un portazo y encendiendo la luz. - Porque que. - ¿Porque me besaste?. - No tengo porque explicarte por que hago lo que hago. - Por tu culpa, no he podido disfrutar de un gran momento a solas con Ethan. - ¿Te ha besado?. –dijo frunciendo el ceño con la mirada perdida y un libro en las manos desde la cama en la que estaba tumbado. - Si, y el beso era perfecto, hasta que me acordé de ti. - Entonces no se porque vienes a preguntarme a mi, una cosa que debes saber tu, no fueron mis razones para besarte lo que ahora te confunden sino tus razones para devolverme el beso. - ¿Vas a bajar para cenar?. - No tengo hambre. - ¿puedo subir para cenar contigo?.- Necesitaba escuchar un si, deseaba contemplarle más tiempo. - No. Me fui a ir cerrando la puerta cuando me llamó. - ¡Elle!. - ¿Sí?. - Ten cuidado, esta casa no es tan segura como te piensas. - Lo tendré en cuenta, aunque no entienda muy bien lo que quieres decir. Por cierto, ¿vas a ir a clase?. - ¿Por qué debería ir?. Un ciego solo entorpecería las cosas. - Porque me gustaría verte. ¿Lo harías por mi?. - Si. No había tardado ni una milésima en contestar. Me hacía tan feliz eso y no sabía porque y por una vez en la vida no me importaba. Sería el comienzo de algo nuevo en mi vida. Me acerque a la cama en la que estaba tumbado apoyé una rodilla y le besé. - Entonces nos veremos en clase. – dije con mi boca casi pegando a la suya. Mirando a los ojos viendo un gran vacío en ellos que me gustaría llenar.
Bajé a cenar y estuve pensando en lo que Drake me había dicho pero la verdad es que no le encontraba ningún sentido a lo de la seguridad. Al igual que no le encontraba ningún sentido a que él se creyese un vampiro. No podía creérmelo por mucho que quisiera. Seguramente sólo era una paranoia suya, al no ser su verdadera familia, quizás aún no se fiara de ellos o era una persona desconfiada por naturaleza. La cena fue muy bien, hablé mucho con Brandon y Adara se fue arriba sin dirigirnos si quiera la mirada. Una punzada de celos recorrió mi mandíbula al pensar que podía estar con Drake en su habitación como les vi en el verano. En cuanto tuve tiempo volví a subir a ver a Drake, pero no estaba en su habitación, de todas formas era mejor así, al menos no parecía una pesada. Ethan se fue con Soray a recoger los platos y a enrollarse un rato en la cocina a juzgar por sus risas y susurros. Por lo que sólo me quedaba Brandon. - Brandon, ¿te vienes a dar una vuelta fuera?. - Hace frío. - Bueno, iré a por el chaquetón. - Vale te espero aquí. Salí de la habitación poniéndome el chaquetón y m encontré de pronto con los ojos claros como el hielo de Adara. Esa chica me daba miedo, así que no intenté ni ser amable, simplemente salí pitando escaleras abajo. - ¿Ya estas lista?. - Si, vamonos. | |
| | | Elle Admin
Cantidad de envíos : 118 Edad : 34 Localización : Donde la realidad y el sueño se confunde... Fecha de inscripción : 31/01/2008
| Tema: Re: Noche Eterna Mar Mar 25, 2008 12:36 am | |
| Salimos fuera y no intenté sonsacarle más información, no lo veía justo siendo él tan sincero y bueno conmigo apenas sin conocerme. En un momento dado de la conversación Brandon giró la cabeza hacía unos arbustos algo sobresaltado, pero seguimos hablando. Entonces alguien jaló de Brandon y desapareció tras un arbusto. Una risa femenina fue la única respuesta al quedarme sola. Estaba asustada la verdad porque para llegar a la puerta de la casa quedaba un buen trayecto. Fui a correr hacía la casa cuando desde el mismo arbusto alguien me cogió un pie y caí al suelo. Me atrapó sin dejar que moviera ni siquiera la cabeza para ver quien era mi agresor, intenté gritar pero era inútil, casi no podía ni respirar. Un frío inhumano más propio de una barra de hielo me oprimía todo el cuerpo y me retiró el pelo de la nuca. Me agité hasta que conseguí zafarme y eché a correr, pero me tropecé y casi me caigo, seguí corriendo cuando miré atrás por si alguien me seguía y choqué con algo. Un grito contenido salió al momento. - Tranquila. – Me dijo la voz de Drake. Todo estaba oscuro y no podía verlo bien. - ¿Drake?. - Si. – Me levantó y me llevó muy rápido hasta la casa pero por el invernadero de la izquierda de la casa y no la puerta principal. Subimos a su habitación y me sentó en la cama, mi cuerpo temblaba y en cualquier momento iba a romper a llorar o desmayarme de la impresión. - Y ¿Brandon?. - Él sabe cuidarse sólo no te preocupes por él. – su forma de hablar era bastante ruda. Me había salvado de algo que yo no sabía ni lo que era, pero había reconocido la muerte en cuanto se me cruzó. Ahora estaba en su habitación, sana y salva, pero la adrenalina aún corría por mis venas, alterando cada parte de mi cuerpo. Todo estaba a oscuras. Y él caminaba de un lado a otro de la habitación, nervioso, aún más incluso de lo que estaba yo. - Gracias.- susurré desde la cama. Él paró en seco, como si de veras hubiera oído lo que le había dicho, podía ver sus ojos brillando en la oscuridad, pero no conseguía descifrar lo que sentía en esos momentos. - ¿Qué te pasa?. De nuevo se paró y se volvió hacía mi. - Todavía nada. - No lo entiendo. - Claro, no entiendes nada. No sabes en lo que te has metido. Su voz sonaba más que cortante. Drake por lo visto, era así callado, reservado, e incluso un borde cuando la situación se tornaba a su favor, pero lo cierto es que en estos momentos esperaba un poco de compresión por su parte, acababan de atacarme. Estaba equivocada. - Tengo que irme. - ¿A dónde?. - A tomar un poco el aire, lo necesito. - Pero fuera hay…. - A mi no me pasará nada. Deseaba decirle que no se fuera, que se quedara conmigo. Pero era una tontería. Que más daba, él era frío como el hielo, no podría comprender porque se lo pedía. Se acercó a la puerta para salir pero mi mano involuntariamente se movió para agarrar su brazo, y nuestras miradas se encontraron. Sus temibles ojos oscuros, me miraban como si de veras pudieran verme, como si hubiera cometido un sacrilegio al haber tocado su fría piel. - Quédate, por favor. Siguió en silencio. Esperé un “porque” de los suyos, pero no hubo ninguna palabra para mi petición. Simplemente se acercó, me tumbó en la cama y me tapó con las mantas. Cogió la silla que había en la esquina, fue a sentarse, pero lo pensó mejor y llevó la silla junto a mi. Se sentó a mi lado, sólo mirando, observándome en silencio. Cualquiera podría pensar que me inquietaba aquello, pero todo lo contrario, me reconfortaba. Le necesitaba allí, conmigo, demasiado. - Pareces un búho.- le dije medio dormida por la extenuación de la noche, sonriendo. Sus labios se curvaron en una leve sonrisa. - ¿Por qué quieres que me quede?. - Llevaba mucho rato esperando esa pregunta. - Entonces ya tendrás una buena respuesta. - Si, la tengo. - Y,¿Cuál es?. - Me da miedo dormir sola. Bufó con una sonrisa completa, que habría sido una carcajada de no ser porque parecía que le costaba hasta sonreír. - ¿Por qué te ríes?.- Inquirí algo molesta pensando que se estaba burlando de mi. - ¿Te da mas miedo la soledad que no puede hacerte daño que yo sabiendo lo que soy y lo que podría hacerte?. - Si. - ¿Simplemente si?. - Si hubieras querido ya me hubieras hecho daño estoy en tu casa y a tu merced. Sinceramente siento decirte que no puedo creer lo del vampiro. - Llevas razón.¿Y porque te da miedo la soledad?. - No lo se. - Y ¿si no soy un vampiro, ni yo ni el que te atacó, qué somos? - No lo se, quizás sólo un perturbado mental y un psicópata. - Muy racional por tu parte. Quizás sea cierto que estoy perturbado. - No, tu eres el psicópata. - Si ya lo había pensado, a cualquier chica le gusta quedarse a solas con un psicópata, es muy morboso, créeme. Se levantó de la silla y se tumbó junto a mi en la cama, subí las sábanas para que se tapara, y nos quedamos así mirándonos el uno al otro. Aunque yo fuera la única que viese, él sólo sentía. Sin saber que pensaba él, sin saber él que pensaba yo. - Duérmete.-susurró junto a mi boca. No quería dormirme porque sabía que al despertar él no iba a estar, pero al final el sueño me vencería. - No vas a estar cuando despierte por la mañana ¿verdad?. - No. - Despiértame antes de irte, por favor. - Está bien. Quería confiar en sus promesas, estaba segura de que lo haría, era como si un extraño vínculo me uniera a él pero yo aún no lo sabía. Y además no conseguí quitarme a Ethan de la cabeza, lo suficiente para dejar a entrar a Drake por completo, aunque no sabía si me convenía.
Drake me despertó cuando aún él sol no se hubo puesto y me cogió en brazos para llevarme a la habitación que había dispuesto para mi. Mi oído estaba cerca de su corazón y no fui capaz de percibir ni un solo latido. Cuando iba en brazos de Drake a mi habitación me pareció ver a Brandon besándose apasionadamente con alguien, con… ¡Adara!, el pelo de él estaba completamente despeinado por la urgencia de las manos de ella, que iban de su cuello, pasando por su espalda hasta el interior de sus pantalones, era imposible, cerré los ojos y volví a dormir en sus brazos. Por la mañana, de vuelta a casa en el coche de Ethan, íbamos sólo nosotros, en otro momento, quizás antes habría aprovechado la situación para coquetear con él, pero mirando por la ventana del copiloto del coche rojo brillante de Ethan, no podía más que pensar en Drake, quizás el amor no se podía encontrar, sino que era él el que te encontraba a ti. Estaba agotada, no sabía si de la caminata o de todo lo que me había pasado con Drake, había días que pensaba que me podía comer el mundo, y otros que era el mundo el que me comía a mi, sinceramente…, hoy no me importaba. Me relaje apoyada en la puerta del coche, cerrada con el seguro y empecé a imaginar una vida feliz con Drake, aunque la presencia de Ethan no desaparecía del todo.
Cuando llegué al instituto al día siguiente, esta vez para variar no buscaba a Ethan con la mirada, incansable, es más le había visto pero aunque no sabía si era porque estaba, ya no me hacía tanta falta. Buscaba a Drake, ¿dónde estaría?. Un ciego no podía andar muy lejos. No es que fuera tan perfecto como Ethan ya que, bueno él parecía un adonis, era como…. No sabría describirlo, con su pelo negro y corto, pero desigual peinado estrafalariamente o mejor dicho despeinado, sus ojos grandes y marrones como el chocolate y tenía algo más de color en la piel que sus hermanos, aunque no mucho la verdad.
Pasaron tres clases y ya estaba desesperada por verle, me lo prometió, pero era de esperar, se lo había pedido una desconocida que entró en su habitación. Fuimos a la cafetería, había hecho nuevos amigos porque Soray se sentaba con Ethan en otra mesa. Uno de mis nuevos amigos era Jesús, también era español y me encantó poder hablar en mi idioma de nuevo. Y también venía con nosotros una chica muy tímida, pero que estaba claro que había hablado sólo conmigo para poder acercarse a Jesús, se llamaba Selene, ella era de Londres. Jesús era un chico muy listo, que parecía que pasaba de todo y de todos pero que realmente conocía la personalidad de cada uno de los que estaba allí, era muy observador y sabía escuchar muy bien a las personas, no hablaba mucho pero cuando lo hacía era para decir las palabras adecuadas. Tenía su atractivo, al menos eso estaba claro para Selene, ella era rubia y con los ojos claros. Estaba claro que cuando dejara de preocuparme por Drake tendría que hacer algo para juntar a los dos. Mientras conversaba de todo y de nada en particular, era imposible apartar a Drake de mis pensamientos, aunque mi mirada siempre terminaba en la mesa de Ethan. ¿Por qué tenía que estar hecha un lió?. Si al menos solo me gustara uno, pero no, a mi para colmo me tenían que gustar dos, uno que me hacía caso, pero su novia era mi mejor amiga y el otro…. Bueno pasaba de mi olímpicamente. Tocó la alarma y yo no había probado bocado de mi bandeja, lo tiré disimuladamente todo para que Jesús y Selene no me dijeran nada y nos fuimos a clase de biología. Selene, Soray y Ethan se fueron a su clase y mientras yo iba hablando con Jesús del trabajo de biología y de la pareja que me había tocado, entré en clase, me fui a mi mesa y entonces… ¡DRAKE!. Había venido, estaba en la mesa de delante. Tenía tantas ganas de hablar con él pero el profesor acababa de entrar, por lo que me iba a ser imposible. En casos normales le habría escrito una nota, todo fuera por quitarme el nerviosismo que tenía encima, pero dudo que pudiera leerlo, así que me lancé aunque parecía que mi lengua se trababa y mi garganta se cerraba. ¡Me iba a asfixiar! - Hola – le dije casi en un susurro. - Hola – dijo él igual de bajo. - Al final has venido. - Algo evidente, ya que le estaba viendo, pero estaba claro que yo era estúpida o que me volvía así cuando estaba él cerca. - Te dije que vendría. - Pero no has venido a las primeras clases. - Querías que viniera, aquí estoy. Me exasperaba, nunca me daba razones, era como decir, “estoy aquí, así que cierra el pico”. - ¿siempre eres tan brusco?. - No. - ¿Entonces es por mi?. - Si. En cualquier persona me hubiera gustado tanta sinceridad, pero lo cierto es que en él y ese tipo de comentario no, aunque, ¿quién me mandó a preguntar?. Empecé a echar cuenta en la clase, pero mi cabeza seguía dándole vueltas a eso de que era brusco solo conmigo, ¿Por qué?. Pero ese porque no solo fue para mis adentros sino que también lo dije en voz alta. - Porque que. - ¿Por qué eres así solo conmigo?. - Por que me haces sentir algo que no había sentido en mucho tiempo y no lo deseo. ¿Qué podía ser aquello?. ¿Un cosquilleo quizás?. - ¿Cómo un cosquilleo?. - Supongo. Pero entonces el profesor se dirigió airado contra nosotros. Bueno en especial a mi. - Señorita Mathews, abandone mi clase ahora mismo y entre cuando termine de hablar con el recién aparecido señor Draven. Yo tardé en reaccionar, nunca me habían echado de clase, era una alumna modélica, pero Drake se levantó con algo de torpeza, casi se cae con la pata de la mesa, llegó a la puerta se paró y palpó elegantemente girando el picaporte, yo le seguí. - Siento que nos hayan echado. - A mi me da igual, solo vine porque me lo pediste. Siempre utilizaba un tono tan cortante, que a veces creía que quería que me callara. Su expresión era como de dolor, ¿acaso lo que yo le provocaba sería un terrible dolor de estómago . - ¿Te molesto?. - ¿Qué?. Mira, había conseguido desconcertarle, me podía sentir alagada por ello. - ¿Qué si te molesta mi forma de ser?. - Si me molestara no habría venido, no soy tan masoquista. - ¿Entonces porque hablas así?. - Es mi forma de hablar, siempre lo he hecho, no voy a cambiar ahora. - Eres un borde – dije sólo como observación. Entonces sonrió, bueno fue una débil sonrisa, pero ya era algo. Sus dientes blancos aunque no tan perfectos como los de Ethan se dejaron ver entre sus gruesos labios. Estaba guapísimo. - Creo que eso viniendo de ti es un piropo. Gracias. Estaba irresistible, no pude contenerme y allí mismo en el pasillo delante de la puerta del laboratorio de biología le besé. Si soy sincera nunca antes había besado a nadie, por lo que mis besos eran… bueno inocentes, pero por lo visto él no tenía nada de inocente, se despegó de mi y entonces me clavó la mirada. A veces dudaba de su ceguera, entonces me empotró contra la puerta de un departamento y me empezó a besar con furia, casi nos caemos lógico pues él no veía ni por donde íbamos, metió su lengua en mi boca y yo no sabía que hacer con la mía, pero bueno lo intenté, él sonrió por lo visto le hacía gracia que no supiera que había que hacer. Empezó a tocarme por todas partes, aunque el lugar que más buscaban sus manos era mi trasero. Entonces lo aparté de un empujó y me mordí el labio mientras veía la confusión en su rostro, sin mi voz no podía orientarse donde estaba, giré el pomo de la puerta en la que me apoyaba y por suerte no había nadie, lo cogí por la camiseta negra y lo metí para dentro. No encendimos las luces pero parecía que sabía donde estaba todo, quitó como por obra maestra todo de la mesa y me subió encima, todo iba muy deprisa, tanto que ni siquiera me dio por pensar que iba a pasar y que lo conocía muy poco, pero sólo quería disfrutar del momento. La ropa volaba por la habitación, pero entonces algo en el ambiente parecía que había cambiado, el me besaba en el cuello y entonces paró. - ¿Drake?. Sus ojos brillaron el la oscuridad, junto con sus colmillos. - Me llamó Darknios Y sus colmillos se clavaron en mi cuello, mientras un grito se ahogaba en mi garganta..***********Bueno espero que os guste, mañana pondre más, y voy a poner otro capi de Avo, espero que nos dejeis criticas | |
| | | Queca
Cantidad de envíos : 113 Edad : 31 Localización : En El Cementerio De Los Vampiros ,., Fecha de inscripción : 02/02/2008
| Tema: Re: Noche Eterna Mar Mar 25, 2008 2:48 pm | |
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| Tema: Re: Noche Eterna | |
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